jueves, 17 de octubre de 2013

Queremos saber: La tradición del herbero valenciano

 La salud de los más pobres
En la actualidad, comprender la medicina tradicional nos obliga a mirar de reojo el pasado. Desde la montaña hasta el mar, pasando por campos y marjales, la alimentación y la salud han sido los puntos débiles de sus habitantes. El afán por encontrar remedios herbales eficaces que mantuviesen la salud, fue siempre una prioridad humana en la constante lucha frente a unas condiciones higiénicas deficientes, malnutrición, guerras y epidemias, que encontraron en el saber popular la mejor arma para sobrevivir.
Numerosos estudios realizados en las regiones catalano-parlantes y áreas limítrofes, ponen de relieve el enorme aprovechamiento que se ha hecho de las plantas en diferentes ámbitos de la vida cotidiana, aunque el abanico de las especies usadas en la medicina tradicional actual es mucho más reducido que en el pasado. Centenares de hierbas se han usado por todo el territorio con fines medicinales de uso externo (apósitos, baños, cataplasmas, ceras, linimentos, aceites, pomadas, sufumigaciones y ungüentos) y de uso interno (infusos, cápsulas, colirios, decoctos, extractos, elixires, maceraciones, polvos, zumos, tinturas, tisanas y jarabes). Dado que el coste del médico y de los medicamentos recetados era muy elevado, la mayor parte del pueblo únicamente acudía en casos de extrema necesidad. Las hierbas que tenían a su alcance constituían la materia prima principal de la medicina casera.
De los vinos medicinales a los espíritus y licores de hierbas
El vino, enormemente consumido, ha sido un componente fundamental de las comidas cotidianas, usándose también para macerar hierbas y frutos con fines medicinales. Pero como en muchas zonas montañosas del Mediterráneo, donde la calidad del vino no llegaba a ser demasiado buena, haciéndose pronto agrio, era frecuente destilarlo en alambiques caseros. La aspereza de estos aguardientes y las recomendaciones del médico valenciano Arnau de Vilanova de añadirle anís, potenciaron la maceración de hierbas en los aguardientes tanto como saborizantes como por sus aptitudes medicinales y posteriormente, el incremento en la obtención popular de aguardientes acrecentó el número de preparados hidroalcohólicos a base de frutos y hierbas.
La discusión sobre el origen monacal o popular de los herberos
Durante la Alta Edad Media la medicina estuvo centrada en los monasterios, pero con la fundación de la Escuela de Salerno, se hicieron accesibles por toda Europa las traducciones latinas de obras médicas magistrales escritas en griego y árabe. De esta forma, la medicina dejó de estar exclusivamente en manos de los monjes. El flujo de información desde las grandes escuelas de traducción, como las de Salerno o Toledo y la popular, ha conseguido una mezcla de conocimientos que en la actualidad es muy difícil de separar. Por eso es frecuente pensar en un origen monacal de los licores herbales, aunque hay una gran diferencia respecto a los preparados herbales en aguardientes de tipo tradicional.
Los licores monacales son muy complejos, con más de 70 especies presentes en una sola fórmula invariable, gracias al uso de condimentos y especies oficinales, estas últimas cultivadas habitualmente en los monasterios. Contrasta con la enorme variación encontrada en las recetas de licores caseros, entre 6 y 30 especies (dejando de lado los monoespecíficos), existiendo prácticamente una fórmula por familia. El compendio de flora medicinal valenciano utilizado en licorería tradicional supera los 120 taxones, con un elevado porcentaje de flora endémica (16%) y más de 200 especies si consideramos todo el territorio de influencia catalano-aragonesa.
En la medicina tradicional de la Comunitat Valenciana, la principal vía de obtención de hierbas es la recolección silvestre, realizada principalmente por hombres dedicados al pastoreo y por los yerberos. Estos últimos han tenido como oficio la recolección de planta para venderla a boticarios, gente del pueblo y más tarde, a empresas farmacéuticas. La globalización en el mundo de la fitoterapia, así como la importación de planta de otros países, han abocado a la extinción este oficio.

Es muy significativa esta masculinización de la medicina tradicional, pues, exceptuando la Comunitat Valenciana y la Franja aragonesa, en el resto de territorios, la medicina casera dependa de la mujer. La clave en este caso se encuentra en la accesibilidad de las hierbas utilizadas. Muchas de ellas son escasas y se encuentran en lugares donde es necesario ir expresamente. Por tanto, no es difícil entender que estas fórmulas tradicionales de licores de hierbas valenciano-aragoneses tengan como origen las antiguas tisanas medicinales que cambiaron el vehículo acuoso por el hidroalcohólico, este último mejor conservante.
Nombrar para conocer y saber para poder hacer
El estudio de la clasificación nomenclatural es muy importante en este tipo de trabajos. Los nombres vernáculos nos dan información sobre la forma en que cada pueblo organiza el conocimiento sobre su entorno. En las zonas montañosas de la Comunitat Valenciana, la riqueza lingüística es elevada. Más del 40% de los nombres vernáculos recogidos de plantas utilizadas en licorería tradicional son binomiales, es decir, los recolectores son capaces de diferenciar incluso a nivel de subespecie, determinando además, su idoneidad o ineficacia para ser usadas en estos preparados medicinales.
El estudio de las diferentes fórmulas recopiladas, permite realizar una categorización de los licores de hierbas en cuatro grupos organolépticos:
  • Las anisadas esenciales: son aquellas necesarias en el preparado y en caso de no incorporarlas, éste se considera inacabado. La principal especie es el Dictamnus hispanicus y esta especie está presente solo o en fórmulas complejas en los licores conocidos como gitam, al norte valenciano o herbero, al sur.
  • Las plantas básicas o patrón: son las que se añaden en mayor cantidad en las muestras. Con ellas se forma el cuerpo del licor y se agrupan en manzanillas (Matricaria, Santolina), poleos (Calamintha, Micromeria, Mentha) y rabogatos (Sideritis).
  • Las plantas secundarias: son las que dan lugar a variaciones locales en los complejos macerados hidroalcohólicos de hierbas. Se agrupan en cítricas (Citrus, Lippia, Melissa), salvias (Salvia) y tomillos (Rosmarinus, Teucrium, Thymus). Las combinaciones de las básicas y las secundarias permiten determinar el origen geográfico del preparado.
  • Las plantas particulares: aparecen en las muestras de forma esporádica. Aquí se incluyen especies de los géneros Artemisia, Origanum, Satureja, Centaurea, Lavandula, etc. Su incorporación en los licores dependerá de los conocimientos sobre la flora local de los que los elaboran, por lo tanto, nunca se incluyen azarosamente. Si falta el conocimiento, simplemente no se ponen.
El secreto medicinal de las botellas
Como ya hemos visto, las más de 120 especies usadas en estos macerados hidroalcohólicos tradicionales valencianos también son utilizadas en infusos, decoctos y tisanas, entre otros preparados herbales. La mayor parte de ellas se usan como aperitivas, tónico-estomacales y digestivas, constituyendo el 25% del porcentaje total de las diferentes categorías medicinales.
Usar adecuadamente el recurso para conservar la tradición
Algunas de las especies más usadas en la elaboración de estos macerados hidroalcohólicos tradicionales están seriamente amenazadas en las áreas de recolección habitual por el incremento en la producción de estos preparados. En otros es el cambio de uso del suelo el que ha propiciado la pérdida del recurso. En estos casos son necesarios programas de catalogación, seguimiento, cultivo y reintroducción así como el fomento en el cultivo de estas especies silvestres, para evitar su sobreexplotación.
La Fireta de l’Herberet en Torretes: enseñar para conservar
Coincidiendo con el 10º Aniversario de la Estación Biológica-Jardín Botánico de Torretes se celebraron en Ibi (Alicante) dos días de puertas abiertas centrados en la temática del Herbero Valenciano, incluyendo excursiones para recolectar las plantas, charlas y talleres donde más de 120 personas pudieron aprender de forma sencilla la técnica, principales especies y proporciones para hacer un buen herbero. Todo ello dentro de un ambiente festivo con música, teatro, desfile de moros y cristianos, concursos de pintura rápida y de herberos, numerosas atracciones para los más pequeños, puestos de artesanía y productos tradicionales, que contribuyeron a una elevada participación ciudadana que supero los 2.000 visitantes.
Conclusiones
Una situación higiénica y sanitaria tan benévola como la actual nos hace perder la perspectiva de lo difícil que era la vida en el pasado. La hostilidad del medio, la pobreza, la inaccesibilidad a los servicios de salud y la insalubridad, hacían necesaria una medicina de bajo coste, cercana y eficaz. Tanto grandes como pequeños tomaban estos macerados herbales hidroalcohólicos caseros, pues la prevención ha sido uno de los pilares de la medicina popular para luchar contra las contra las enfermedades, siempre presentes.
La transmisión de estos conocimientos ha sido oral, siendo escasas y recientes las referencias escritas. Los trabajos etnobotánicos permiten retener entre hojas y grabaciones estos saberes, aunque en muchos casos es difícil transmitir el conocimiento real basado en la experiencia de los mayores y en el lento aprendizaje de los más jóvenes. Las nuevas generaciones mantienen esta tradición, pero su conocimiento está desbravado, debido a la ruptura un par de generaciones atrás, de la relación entre el hombre y la naturaleza.
Estos preparados herbales son el testimonio del saber excepcional del pueblo y de la capacidad de supervivencia del ser humano desde tiempos remotos. Dejarlo en el olvido sería como borrar pinturas, derrumbar castillos o quemar incunables; sería romper con nuestro pasado, olvidando que lo podemos necesitar en el futuro.
Segundo Ríos Ruiz, Prof. de Botánica. Director Estación Biológica - Jardín Botánico Torretes, I.U.I. CIBIO. Universidad de Alicante.
*La investigación se ha llevado a cabo por Vanessa Martinez Francés, bajo la codirección mía y del Prof. Diego Rivera de la Universidad de Murcia. Asimismo, para determinados aspectos se ha contado con la colaboración del Prof. Josep Bernabeu de la Universidad de Alicante, el CEBAS-CSIC en Murcia, los Profs. Salvador Cañigueral y Roser Vila de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Barcelona y el Prof. Michel Heinrich de la School of Farmacy, University of London. Imágenes: Ana Marco y Manuel Vicedo.
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